
En el tiempo que llevo como profesor en la Facultad de Artes Escénicas, he estado a cargo de tres
clases: Actuación para la cámara como técnica básica, y dos ensambles. El primero, Humano, fue un
montaje escénico centrado en la toma y retoma del Palacio de Justicia; el segundo, Rojo Invierno, un
ensamble audiovisual con el ambicioso propósito de rodar una película, objetivo que logramos cumplir
con éxito. En las tres experiencias he tenido el privilegio de contar con Muriel como estudiante, lo
que me ha permitido ser testigo cercano de su evolución como actriz.
Como actor y como profesor, estoy convencido de que para ser bueno en esta profesión es necesario
ser disciplinado, paciente, constante, buen observador, tener una escucha atenta y, sobre todo, ser
valiente. En cada uno de los procesos en los que he estado a cargo, he visto cómo Muriel ha
cultivado estas cualidades con sabiduría y compromiso.
Desde nuestro primer ensamble, Humano, pude observar cómo su trabajo como actriz mejoraba a medida
que avanzábamos en la investigación y creación de los personajes. La vi enfrentarse a sus
dificultades con decisión y coraje, hasta lograr perderle el miedo a la palabra y decir un texto con
potencia y verosimilitud frente a una sala llena de espectadores.
En Actuación para la cámara fuimos testigos de un avance notable: vimos a una actriz más arriesgada,
más decidida, pero sobre todo, a una actriz que conoce y trabaja con las herramientas y
conocimientos que ha adquirido.
Presento esta pequeña cronología del trabajo y proceso de Muriel para referirme a su labor como
actriz en el ensamble Rojo Invierno. Esta fue una propuesta ambiciosa: nos propusimos que los 26
estudiantes del ensamble tuvieran un personaje sólido en la película. Para lograrlo, trabajamos
durante semanas en la creación colectiva de la historia y los personajes. Cada estudiante debía
presentar una suerte de audición para los distintos perfiles que íbamos construyendo en grupo. Así
fueron apareciendo los protagonistas de nuestra historia.
Fue gracias a su madurez como actriz, a su dedicación, su atenta observación, escucha, sensibilidad,
talento y, sobre todo, su valentía, que la propuesta de personaje de Muriel no solo le dio sentido a
la historia, sino que la convirtió en la protagonista de nuestra película.
Llevo varios meses editando Rojo Invierno, y como director y profesor debo decir que su impecable
trabajo es el de una actriz profesional. Su actuación es el resultado de su esfuerzo, su entrega y
su disciplina, pero sobre todo, es la confirmación de que su decisión de convertirse en actriz es
absolutamente acertada.