Foto de Andres Castaneda

En el tiempo que llevo como profesor en la Facultad de Artes Escénicas, he estado a cargo de tres clases: Actuación para la cámara como técnica básica, y dos ensambles. El primero, Humano, fue un montaje escénico centrado en la toma y retoma del Palacio de Justicia; el segundo, Rojo Invierno, un ensamble audiovisual con el ambicioso propósito de rodar una película, objetivo que logramos cumplir con éxito. En las tres experiencias he tenido el privilegio de contar con Muriel como estudiante, lo que me ha permitido ser testigo cercano de su evolución como actriz.

Como actor y como profesor, estoy convencido de que para ser bueno en esta profesión es necesario ser disciplinado, paciente, constante, buen observador, tener una escucha atenta y, sobre todo, ser valiente. En cada uno de los procesos en los que he estado a cargo, he visto cómo Muriel ha cultivado estas cualidades con sabiduría y compromiso.

Desde nuestro primer ensamble, Humano, pude observar cómo su trabajo como actriz mejoraba a medida que avanzábamos en la investigación y creación de los personajes. La vi enfrentarse a sus dificultades con decisión y coraje, hasta lograr perderle el miedo a la palabra y decir un texto con potencia y verosimilitud frente a una sala llena de espectadores.

En Actuación para la cámara fuimos testigos de un avance notable: vimos a una actriz más arriesgada, más decidida, pero sobre todo, a una actriz que conoce y trabaja con las herramientas y conocimientos que ha adquirido.

Presento esta pequeña cronología del trabajo y proceso de Muriel para referirme a su labor como actriz en el ensamble Rojo Invierno. Esta fue una propuesta ambiciosa: nos propusimos que los 26 estudiantes del ensamble tuvieran un personaje sólido en la película. Para lograrlo, trabajamos durante semanas en la creación colectiva de la historia y los personajes. Cada estudiante debía presentar una suerte de audición para los distintos perfiles que íbamos construyendo en grupo. Así fueron apareciendo los protagonistas de nuestra historia.

Fue gracias a su madurez como actriz, a su dedicación, su atenta observación, escucha, sensibilidad, talento y, sobre todo, su valentía, que la propuesta de personaje de Muriel no solo le dio sentido a la historia, sino que la convirtió en la protagonista de nuestra película.

Llevo varios meses editando Rojo Invierno, y como director y profesor debo decir que su impecable trabajo es el de una actriz profesional. Su actuación es el resultado de su esfuerzo, su entrega y su disciplina, pero sobre todo, es la confirmación de que su decisión de convertirse en actriz es absolutamente acertada.